Qué son los ansiolíticos y por qué no se deben usar sin prescripción médica

Según una organización de consumidores, el 40 % de los españoles habrán tomado ansiolíticos en algún momento. El porcentaje aumenta a la mitad de la población en el caso de las mujeres. Teniendo en cuenta esta información, llegamos a la conclusión de que este tipo de medicamentos son los más recetados por los médicos y los más consumidos, aunque a menudo se tomen sin saber cuál es su función y si son o no efectivos. Cuando uno se siente mal, se toma una pastilla para relajarse y punto. Pero hay datos que se necesitan conocer acerca de los ansiolíticos.

¿Qué son los ansiolíticos?

Los medicamentos ansiolíticos, también conocidos como tranquilizantes, son fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central para aliviar la ansiedad. Algunos de estos producen un efecto sedante, por lo que se administran algunas veces también como medicamentos para dormir. Algunos de los ansiolíticos más conocidos son el Loracepam y el Diazepam.

Cómo actúan los ansiolíticos

Estos fármacos funcionan como un depresor del sistema nervioso, reduciendo las funciones y el ritmo. Estas funciones se relacionan con la médula espinal y el encéfalo, compuesto por el cerebro, cerebelo y el tallo encefálico. Teniendo en cuenta esto, conviene hacer notar que el consumo de ansiolíticos reduce la ansiedad, pero también otras funciones esenciales en el organismo, como la coordinación de los movimientos o la reacción ante determinados estímulos.

¿Los ansiolíticos curan la ansiedad?

El consumo de ansiolíticos genera un gran debate sobre si es un tratamiento curativo o no. La realidad es que no curan el trastorno de ansiedad. Únicamente alivian los síntomas o llegan incluso a eliminarlos, pero solo de forma temporal, mientras los efectos del medicamento se mantienen. En ningún caso se puede esperar que un ansiolítico acabe con un problema que genera ansiedad o sepa cuándo necesita hacer efecto.

En vista de esto, se puede afirmar que los ansiolíticos son eficaces, pero temporales. Algunas veces se prescriben para que un paciente consiga controlar sus síntomas frente a una situación, ayudando a desbloquear la mente en los casos en los que la ansiedad puede actuar como una barrera. Pero una vez que se aprende a manejar la situación y controlar la ansiedad, los medicamentos se retiran porque ya no son necesarios.

Peligros de usar ansiolíticos sin prescripción médica

El consumo de ansiolíticos no está exento de efectos secundarios. De hecho, en los prospectos de cada uno de los compuestos, que deberían leerse antes de comenzar a tomar, se enumeran problemas de memoria, somnolencia, reducción de la reacción e incluso aumentar de peso. Con respecto a la somnolencia y la reacción, en el caso de tomarlos se prohíbe conducir bajos sus efectos. Además, son muy adictivos porque el organismo asimila el medicamento y cada vez necesita una dosis mayor para que sus efectos se noten.

Si se toman ansiolíticos sin control y durante un tiempo prolongado, la ansiedad se puede convertir en una patología crónica. Por ello no se puede dejar que cualquiera tenga acceso a ellos. Solo un facultativo experto en trastornos de ansiedad debe prescribirlos, bajo un estricto control médico y coordinado con un tratamiento para que el paciente aprenda a aliviar los síntomas de forma natural, sin recurrir a los medicamentos.

Los expertos, incluso bajo prescripción, recomiendan no tomar ansiolíticos durante más de 8 semanas para evitar sus efectos adictivos. Es por eso que se vuelve de vital importancia su administración bajo un estricto control de un especialista, que ayude a dejar de tomarlo cuando se noten los resultados.

Dejar el tratamiento

Cuando han dejado de tomar los ansiolíticos, algunos pacientes han tenido problemas para conciliar el sueño. Otros experimentan episodios de ansiedad aún mayores o se sienten irritables. También se han visto casos de personas con mareos y temblores, similares a los que se muestran en casos de personas que están dejando las drogas y padecen el síndrome de abstinencia.
Por ello, antes de plantearse el consumo de ansiolíticos y para prevenir problemas aún mayores en el futuro, lo mejor es consultar a un especialista que prescriba el tratamiento adecuado, bajo un control del fármaco antes, durante y después de tomarlos. De lo contrario, los problemas pueden ser mucho mayores.
La costumbre de acudir al botiquín y tomar un ansiolítico cuando alguien se siente nervioso, además de ser irregular es sumamente peligrosa.

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